Sí, yo copio

Hace un par de años estuve en un conversatorio en el que se hablaba sobre un tema que durante mucho tiempo fue y sigue siendo álgido en el mundo de la publicidad y la creatividad, un innombrable: «fusilar piezas” publicitarias, para los menos entendidos, hacer copia.

Al final y de forma algo sorpresiva para la mayoría de los asistentes, la conclusión fue que copiar es un excelente método creativo. ¡Pero espere! Antes de que entre en pánico y quiera dar clic en la equis, voy a exponer el contexto de esta afirmación, que valga la oportunidad, he avalado exitosamente día a día en mi trabajo, durante varios años.

Cuando estamos enfrentándonos al proceso creativo, en ese preciso momento en el que necesitamos evolucionar el concepto partiendo de insights, verbatims y otros tantos recursos, nuestra mente inquieta por encontrar soluciones, comienza a buscar referentes o trabajos ya realizados de otras marcas, clientes o agencias, para abrir la paleta de posibilidades y encontrar la idea precisa para las piezas que se requieren desarrollar.

En ese proceso de búsqueda, usualmente comenzamos a descabezar cuanto referente vemos, apelando a diferentes excusas como que se parece a otra campaña que ya habíamos visto, que es una idea tan universal que puede servirle a cualquier marca que se le ponga, que claramente no responde a la resolución del objetivo de comunicación planteado o incluso, el simple hecho de que no nos gusta (subjetividad).

Aquí el problema realmente radica en que debido a la inmediatez de la implementación de las estrategias, a que muchas veces los creativos tienen un cúmulo inclemente de tareas o tal vez a que el cliente quiere todo para ya (como es usual), los referentes se convierten en control C + control V, de forma descarada, casi delincuencial. Sí, se copia y ya, sin más.

Esto tal vez se deba a que estamos en un mundo híper conectado, híper veloz, híper inmediato; pero por lo mismo, híper perezoso en muchos sentidos. Y en estos procesos creativos, se evidencia aún más esta híper tendencia, ya que al revisar revistas, mirar qué pasa en la TV o «echar un ojo» a algunos feeds, prácticamente todo se parece a todo; copiar se volvió parte del menú del día y al final, esta acción se arregla con una simple sentencia: “¡ah! Coincidencia creativa”.

Así que no se trata solo de copiar, sino de hacerlo adecuadamente.

Así que retomando lo que vi en aquel conversatorio, buscando zanjar los diferentes puntos de vista sobre este tema y resolver el meollo de este artículo, si quiere usar este método de copiar de forma efectiva, se deben tener en cuenta 3 grandes conclusiones:

Primero: todo ya está creado, es prácticamente imposible que se pueda crear algo real o literalmente nuevo de la nada, algo que no exista. En ese orden de ideas, lo más viable para lograr algo que se vea o parezca nuevo, es partir de lo que ya existe, es decir copiar lo que existe y aplicarle alguna de las acciones “re”: reusar, reutilizar, replantear, recrear, entre otras.

Segundo: en publicidad, comunicación, diseño, no se puede dejar nada a la suerte, a la subjetividad. Todo, absolutamente todo debe responder al objetivo estratégico planteado desde marketing y al objetivo trazado en la estrategia de comunicación. Porque como lo decimos aquí en la oficina, “si no sabe para dónde va, cualquier bus le sirve”; así que debemos enfilar todos nuestros esfuerzos para llegar adonde la marca necesita.

Tercero: cópielo, pero sea auténtico. Permee la idea que está copiando con la esencia de la marca; copie la idea, pero resuélvala de forma estratégica, buscando que, sin importar lo parecida que pueda ser a la original, sea una idea única, con una impronta muy propia de la marca. Se va a dar cuenta de que al final, tendrá una comunicación inconfundible.

Jose Murcia

Brand & Advertising
Director | Cofunder

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